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¿Cómo diagnosticar la miopía infantil? El test de Teller y el test de Cardiff 

Todo el mundo se ha sometido alguna vez en la vida a un test de agudeza visual para detectar si tiene miopía u otras enfermedades que dificulten la visión. Sin duda, el más extendido es la prueba de medición de la agudeza visual lejana, donde aparecen símbolos que van reduciendo su tamaño. Los pacientes deben ir diciendo en voz alta lo que ven hasta que ya no distingue ninguno de los elementos recogidos. Pero, ¿qué pasa cuando la persona analizada no puede participar activamente del proceso? A esta situación se enfrenta habitualmente la oftalmología infantil. Es entonces cuando surge la necesidad de realizar otro tipo de exámenes, como por ejemplo el Test de Teller y Test de Cardiff, de los cuales hablaremos más adelante. 

La oftalmología infantil es una disciplina especialmente importante, porque hay muchas enfermedades de la retina que son hereditarias y que se manifiestan ya a corta edad. Por eso, es crucial contar con mecanismos y pruebas que superen las barreras de la edad y aseguren un correcto diagnóstico. 

Precisamente, hoy vamos a hablar de los otros exámenes de agudeza visual, pruebas mucho menos conocidas que permiten medir la capacidad de visión de niños o personas con discapacidad intelectual, perfiles que, por diversos motivos, no pueden expresar exactamente qué están viendo: el test de Teller y el test de Cardiff. La eficacia de ambos está más que probada en múltiples estudios. 

¿Qué es el test de Teller?  

El test de Teller es una prueba oftalmológica que sirve para valorar el nivel de agudeza visual de niños preverbales. Este examen, también llamado test de mirada preferencial, da unos resultados objetivos y cuantitativos muy claros. Lo habitual es que se realice en bebés y niños y niñas pequeños; perfiles con quienes no se pueden llevar a cabo otros análisis por su temprana edad.  

Este proceso fue introducido por el doctor Teller y sus colaboradores en los años ochenta y desde entonces se ha mantenido como uno de los métodos más extendidos para medir fácil y rápidamente la agudeza visual. 

¿Cómo se hace el test de Teller?  

El proceso del test de Teller es muy sencillo: se colocan 17 láminas delante de la persona involucrada a una distancia que variará según su edad. Cada cartilla tiene unas franjas blancas y negras en un extremo y en el otro un fondo uniforme. El grosor de las franjas irá reduciéndose progresivamente en las sucesivas láminas. Además, cada una de ellas cuenta con un agujero por donde el profesional puede seguir la respuesta del paciente. 

La lógica es que el paciente perderá el interés cuando no sea capaz de distinguir las franjas blancas y negras y su capacidad visual le haga ver todo gris. El grosor de las franjas de esta última lámina es lo que determina el nivel de agudeza visual del sujeto y permite el correcto diagnóstico de cada caso. 

¿Qué es el Test de Cardiff?  

El test de Cardiff responde a una necesidad similar que el test de Teller, en este caso enfocado a personas con discapacidad intelectual de un amplio rango de edad.  Se ha aplicado con gran éxito, e, igual que la prueba anterior, permite una medición eficiente y rápida, lo que ha fomentado que enseguida se haya extendido su uso.

¿Cómo se hace el Test de Cardiff?  

Como comentábamos, el test de Cardiff es muy similar al test de Teller. En concreto, esta prueba está formada por una serie de 36 tarjetas con 12 niveles diferentes, cada uno correspondiente a un grado de agudeza visual. En este caso, la distancia de colocación con respecto al sujeto también puede variar, entre 50cm y 1m. En vez de franjas blancas y negras, hay figuras cotidianas fácilmente reconocibles, como una casa o un coche, y estas van desapareciendo en el fondo gris a medida que se avanza de nivel y la resolución del ojo deja de captar las líneas.