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¿Es muy grave la uveítis? ¿Qué la causa y cómo se trata?

Como comentamos siempre, hay muchas enfermedades y trastornos asociados a la vista que van más allá de los nombres comunes como la miopía, el astigmatismo, la conjuntivitis o el glaucoma. En la mayoría de los casos, estas patologías son desconocidas por parte de la población general. Al no reconocer los síntomas y no acudir al médico a tiempo, el diagnóstico, y por lo tanto la cura, se suelen retrasar. Además, el desconocimiento generalizado conlleva también la invisibilización de estas enfermedades y de la realidad de las personas que conviven con ellas. Este es el caso de la uveítis.

Por eso, es muy importante que seamos conscientes de la variedad de problemas que pueden afectar a la vista y que acudamos al oftalmólogo de manera regular para tener revisiones periódicas. Solo así podremos estar mejor preparados para prevenir y evitar muchas de estas enfermedades.

En concreto, hoy vamos a explicar una de estas patologías menos conocidas: la uveítis. Es muy probable que no la conozcas si no es porque alguien de tu entorno la ha padecido, así que a continuación explicamos exactamente qué es la uveítis, cuáles son sus síntomas y qué tratamientos se pueden seguir.

¿Qué es la uveítis? 

Antes de empezar hablando de la uveítis, hay que explicar qué es la úvea, la parte afectada por esta enfermedad. La úvea es la capa del ojo situada justo debajo de la esclerótica, esa zona blanca que vemos en torno al iris y a la pupila. Funciona como una cubierta intermedia del globo ocular, y es una zona vascular, con muchos vasos sanguíneos y tejido conectivo.

La inflamación de esta zona es lo que llamamos uveítis, una enfermedad que puede llegar a ser muy grave y provocar la pérdida permanente de la visión. Como la úvea suministra sangre al iris, en la parte frontal del ojo, y a la retina, en la parte posterior, una inflamación de la zona podría ser fatal para el flujo sanguíneo, con consecuencias negativas en la capacidad visual.

¿Cuáles son los síntomas de la uveítis? 

Los síntomas más comunes de la uveítis son el dolor ocular y la visión borrosa. Junto con esto, las personas con esta patología también han manifestado enrojecimiento del ojo y la percepción de cuerpos o puntos oscuros flotantes en el campo de visión. También es muy habitual la sensibilidad a la luz o, incluso, la fotofobia.

La uveítis se puede dar tanto en un solo ojo como en ambos y los síntomas suelen aparecer de manera repentina y empeorar con rapidez, aunque hay casos en los que surgen de manera gradual. Hay pacientes que no presentan síntomas y solo se diagnostica cuando se observan signos de uveítis en un examen ocular rutinario.

¿Cuáles son las causas de la uveítis? 

Las causas de la uveítis pueden ser muy diversas, y en aproximadamente la mitad de las personas con uveítis las causas específicas no están del todo claras. En cualquier caso, a continuación, analizamos las más habituales.

  • Trastorno autoinmunitario: igual que ocurre con tantas otras enfermedades de la vista, la uveítis puede estar causada por trastornos autoinmunitarios. Como sabemos, en los trastornos autoinmunitarios el propio cuerpo ataca y destruye tejido corporal sano por equivocación, y los ojos suelen ser una de las zonas más afectadas. Esta suele ser la explicación más frecuente, y, cuando no hay otra causa aparente, se suele entender que se trata de una enfermedad autoinmune que afecta solamente a los ojos.
  • Infecciones: hay determinadas infecciones que pueden tener un impacto en los ojos causando trastornos como la uveítis. Se trata por ejemplo de la sífilis, la tuberculosis, la toxoplasmosis, la enfermedad por arañazo de gato o el herpes zóster.
  • Efecto secundario: en algunos casos, la uveítis se puede presentar como efecto secundario de medicamentos o como consecuencia de cirugías oculares.

¿Cómo se trata la uveítis?

Para tratar la uveítis hay que determinar el origen de la inflamación. Si la causa es una enfermedad más amplia, como las infecciones mencionadas, el tratamiento puede centrarse en ello. Para el resto de casos hay diferentes tipos de medios para reducir la inflamación y paliar la enfermedad.

Lo más habitual es comenzar el tratamiento con fármacos. Hay medicamentos enfocados a contrarrestar la inflamación, bien en formato de gotas o como inyección o comprimidos de corticoesteroides. Si la uveítis se debe a una infección vírica o bacteriana se recetan medicamentos antibióticos o antivíricos para combatirla. Es importante tener en cuenta que estos medicamentos pueden tener efectos secundarios muy graves, como el glaucoma o las cataratas.

Por otro lado, en los casos más complicados de tratar es posible tener que someterse a una intervención quirúrgica, como la vitrectomía o la inserción de un implante que libere medicamentos.

Posibles complicaciones de la uveítis

Además de la degeneración de la capacidad de visión, la uveítis puede tener diversas complicaciones que afecten aún más al ojo. Así, se debe tratar la uveítis lo antes posible para evitar enfermedades mayores potencialmente irreparables o que requieran un tratamiento más complejo.

Una de las complicaciones más habituales son las cataratas en las personas que nunca han tenido una operación de cataratas antes. Otras enfermedades o lesiones pueden ser la inflamación o aparición de cicatrices en la retina, daño en el nervio óptico, el glaucoma, el desprendimiento de la retina o, como apuntábamos al comienzo, la pérdida permanente de visión.

Uveítis y cáncer. ¿Hay relación entre ambas?

Un tipo de cáncer como el linfoma, cuando tiene afectación ocular, puede causar uveítis. Esto suele ocurrir de manera muy excepcional, no es la causa de uveítis más habitual.

Factores de riesgo en la uveítis

Como siempre, es conveniente llevar un estilo de vida saludable para evitar la aparición de enfermedades. En ese sentido destaca el tabaco: fumar se ha asociado a uveítis más complicadas y difíciles de controlar.

Otro factor de riesgo que en este caso es inevitable es la genética. Se ha visto que ciertas modificaciones genéticas pueden estar relacionadas con predisposición a padecer determinados tipos de uveítis.