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Miopía en niños: cómo detectarla a tiempo

La miopía es un defecto de refracción frecuente, con inicio en muchos casos en la infancia. La detección precoz y su corrección son muy importantes para evitar un deficiente desarrollo de la visión que cause ambliopía (ojo vago) y como consecuencia pueda ser la causa de falta de atención y problemas en el aprendizaje.

En los niños existen dos tipos de miopía, la simple o de desarrollo y la miopía patológica o degenerativa.

La miopía simple o de desarrollo aparece en el periodo escolar (8- 18 años) generalmente de forma súbita, al inicio presentan defectos refractivos de pocas dioptrías y aumenta de forma regular, con mayor progresión cuanto antes aparece y estabilizándose generalmente al final del desarrollo, con defectos refractivos menores a – 6 dioptrías y no asocia alteraciones oftalmológicas degenerativas.

La miopía patológica o magna es de inicio precoz, se detecta sobre los 4 años de edad y comienza con valores refractivos altos, entre -4 y -7 dioptrías y presenta una progresión rápida entre los 12 y los 20 años y se puede asociar lesiones degenerativas corioretinianas, que se suelen manifestar a partir de los 50 años.

Ya que ambas formas son progresivas, los niños requieren revisiones periódicas cada 6 -12 meses o incluso antes, dependiendo de la agudeza visual y de los cambios frecuentes en la refracción. El niño con miopía verá bien de cerca y con borrosidad (mal) los objetos y personas de lejos.

En general, la miopía se detecta en edad escolar (8 – 10 años), cuando el niño no ve la pizarra o solicita acercarse a las proyecciones. Pero en los más pequeños, los padres o aquellas personas que convivan con ellos pueden advertir algunos signos que son claves en la conducta del niño miope (u otro defecto refractivo). Algunos de estos signos son:

  • El niño frunce o guiña los ojos. Se acerca a los objetos (TV, dibujos…).
  • Tiene dolor de cabeza y cansancio con frecuencia.
  • Pueden ser más despistados y mostrar menor interés por actividades donde se precisa buena visión lejana (juegos, deporte…)
  • Muestran mayor afición a la lectura y carácter más retraído.

En general, los más pequeños no manifestarán su mala visión y estos datos deben orientarlos hacia una consulta oftalmológica.

La refracción en los niños se realizará dilatando las pupilas con colirios ciclopléjicos que paralizan la acomodación y la prescripción de las gafas será del defecto refractivo total. En niños mayores se pude corregir la miopía con lentes de contacto, principalmente para la actividad de ciertos deportes, donde no estaría incluida la natación.

Es muy importante que los padres conozcan bien la naturaleza evolutiva del proceso y la necesidad de realizar frecuentes cambio de corrección de los cristales. Ya que ambas formas son progresivas, los niños requieren revisiones periódicas cada 6 -12 meses o incluso antes dependiendo de antecedentes familiares, de la agudeza visual y de los cambios frecuentes en la refracción.