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¿Cómo se trata el ojo seco? Síntomas y prevención del ojo seco

Artículo actualizado el 18/01/2022

Quemazón, sensación de arenilla, escozor… Estos son algunos de los síntomas que presentan las personas con ojo seco. Es una enfermedad que afecta a las partes más externas del órgano y que se produce cuando este pierde su función de proteger, lubricar y mejorar la visión. En los últimos años ha crecido la concienciación sobre esta enfermedad en todo el mundo, por su gran prevalencia y su repercusión en la calidad de vida de quienes la padecen. Tanto es así, que el ojo seco constituye una de las consultas más habituales en atención primaria y oftalmología.

La definición de ojo seco más reciente es la presentada en julio de 2017 por la Sociedad de Superficie Ocular y Película Lagrimal, que promovió la segunda edición del informe internacional del ojo seco o DEWS, por sus siglas en inglés (Dry Eye Workshop), elaborado por un comité con 156 expertos de 23 países. Este informe concluye que se trata de una dolencia multifactorial en la que intervienen la inestabilidad de la película lagrimal, la inflamación y daño de la superficie ocular y alteraciones neurosensoriales. Y afecta a todas las estructuras que producen y mantienen la película lagrimal. Desde la córnea, conjuntiva, párpados, pestañas, glándulas lagrimales principales y accesorias, hasta las glándulas de meibomio (producen los lípidos de las lágrimas) e, incluso, la inervación de todas estas estructuras.

Tipos de ojo seco

Existen varios tipos de ojo seco:

  • El causado por una falta de secreción acuosa lagrimal. Dentro de este tipo se encuentran, por ejemplo, los afectados por enfermedades inflamatorias autoinmunes como el Síndrome de Sjögren.
  • El tipo evaporativo, cuando la lágrima es de ‘mala calidad’ y se mantiene en el ojo menos tiempo del que debería. Esta tipología de ojo seco y la anterior se interrelacionan a menudo.
  • El de alteración de la humectación de la superficie ocular que tiene que ver con el parpadeo
  • Con un componente neuronal. Esto incluye a pacientes que presentan síntomas de ojo seco, pero sin signos apreciables en una exploración médica, por alteraciones de inervación de los tejidos oculares o por alteración del umbral de sensibilidad de respuesta de la superficie ocular.

Principales síntomas del ojo seco

Los síntomas más frecuentes de ojo seco son la sensación de tener arenillas dentro del ojo, sequedad y quemazón. Otras manifestaciones menos habituales son enrojecimiento, secreción filamentosa (legañas) y, en los casos más graves, puede llegar a producir molestias con la luz (fotofobia), dolor y disminución de la visión. Todos estos síntomas pueden verse agravados con determinadas actividades, como ver la televisión durante un tiempo prolongado, o por factores ambientales, como el viento o el humo del tabaco.

Las causas más habituales, pues afectan a la mitad de los pacientes, son las enfermedades en la piel de los párpados (como la Rosacea) que alteran las glándulas que producen la secreción oleosa de la lágrima causando disfunción de glándulas de Meibomio. Otras causas con alteraciones hormonales (como las asociadas a la menopausia o a las enfermedades tiroideas). Y por último, una causa cada vez más frecuente son las relacionadas con hábitos poco saludades para la superficie ocular como es el uso excesivo de pantallas de visualización de datos o las alteraciones de parpadeo.

Diagnóstico y tratamiento del ojo seco

El diagnóstico del ojo seco es clínico y lo más recomendable es que acudas a un especialista para que una revisión detallada. El oftalmólogo, además de la exploración ocular completa con especial atención a la superficie ocular se ayuda de tinciones, estudio de la calidad de lágrima (tiempo de ruptura), prueba de cantidad de lágrima (Schirmer) y pruebas especiales de imagen. Además el diagnóstico se puede complementar con estudios biológicos y de la inervación corneal.

Aunque se trata de una patología crónica y progresiva se puede ayudar a los pacientes empezando medidas preventivas sobre la mejora de hábitos y estilo de vida que tratan de no agravar la enfermedad y proteger de la superficie ocular y tratando las enfermedades asociadas que afectan a otras partes del cuerpo (como las enfermedades hormonales y las autoinmunes. Además se realiza un tratamiento local con fármacos, regenerativos, anti inflamatorios, lubrificación y protocolos de cuidado de los párpados que en ocasiones hay que complementar con tratamientos sistémicos, por vía oral.

El último informe internacional del ojo seco divide las diferentes opciones de tratamiento en función del nivel de gravedad de la enfermedad, valorado del uno al cuatro. Se pueden aplicar de forma gradual, si las medidas iniciales resultan insuficientes o bajar de nivel si los síntomas mejoran.

A modo de resumen, es importante recordar la dificultad del diagnóstico y clasificación del síndrome de ojo seco por la gran variabilidad de signos, síntomas y factores relacionados.

En el tratamiento de la enfermedad de ojo seco es de vital importancia tener en cuenta los factores ambientales.

No existe una lágrima artificial ideal, por lo cual cada paciente deberá encontrar con su oftalmólogo la que mejor se adapte a sus necesidades.

Por último, tanto el diagnóstico como el tratamiento de la enfermedad de ojo seco están en continuo desarrollo por la cantidad de estudios básicos que se están llevando a cabo en la actualidad.

Otras causas del ojo seco: patologías asociadas

En algunas ocasiones, el ojo seco puede estar asociado a enfermedades metabólicas y hormonales, como el hipotiroidismo; patologías autoinmunes, como el reumatismo o el Síndrome de Sjögren; y alteraciones del sueño, entre otras.

Así mismo, el ojo seco puede aparecer en el contexto de infecciones y, también, como efecto secundario de los tratamientos con fármacos como antihistamínicos, diuréticos, betabloqueantes, anticolinérgicos, opiáceos y benzodiacepinas, entre otros.

Cómo prevenir el ojo seco

Algunos de estos factores que propician la aparición del ojo seco se pueden prevenir. Estos son algunos consejos y pautas que ayudarán a evitar su aparición.

  • Parpadear de forma frecuente y cerrando los ojos de forma completa.
  • Controlar factores ambientales como el uso de la calefacción y aire acondicionado y evitar la exposición a agentes tóxicos. Protegerse del sol y del viento
  • Controlar las horas de exposición a pantallas como ordenador, móvil o tablets y descansar la vista periódicamente.
  • Dormir correctamente y seguir una dieta sana (anti inflamatoria)
  • Limitar el uso de lentes de contacto a lo imprescincible
  • Realizar una correcta higiene palpebral.
  • Tratar las enfermedades asociadas
  • Usar los tratamientos anti inflamatorios, regenerativos y las lágrimas artificiales recomendadas por el oftalmólogo
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Director del IUFV Número de colegiado: 282846209