Glaucoma neovascular - Instituto Oftalmológico Fernández Vega
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Glaucoma neovascular

El glaucoma neovascular es un tipo de glaucoma secundario especialmente grave, cuya causa es la formación de nuevos vasos sanguíneos en el iris y en el ángulo irido-corneal que bloquean la circulación del humor acuoso de la cámara anterior del globo ocular, lo que produce una importante elevación de la presión intraocular (PIO).

SÍNTOMAS

Los síntomas que produce el glaucoma neovascular dependen de la fase de desarrollo del proceso de neovascularización.

Inicialmente, únicamente se aprecian pequeños vasos en la superficie del iris, más visibles en la confluencia con la pupila. Es lo que se conoce con el término de rubeosis iridis y en esta situación la PIO es todavía normal.

Sin embargo, si la isquemia se mantiene, llega un momento en que los nuevos vasos afectan al trabéculo, dificultando la salida del humor acuoso y estableciendo una situación de glaucoma secundario de ángulo cerrado, al producirse un incremento de la PIO que puede causar una pérdida progresiva de agudeza visual.

La situación más grave se produce cuando los vasos provocan el cierre total del trabéculo y del ángulo que forman el iris y la córnea, lo que impide completamente la circulación del humor acuoso y da lugar a un importante aumento de la PIO, produciendo un glaucoma secundario de ángulo cerrado, en el que los síntomas son ya muy graves: dolor, enrojecimiento y congestión ocular, pérdida significativa de agudeza visual, edema de córnea y deformación de la pupila.

CAUSAS

La formación de esos nuevos vasos se debe a que la sangre que llega a la retina está falta de oxígeno (isquemia) y esta situación se mantiene de forma continua, lo que habitualmente se debe a una diabetes tipo 2 de larga evolución o no controlada o porque la arteria central que irriga la retina está ocluida.

No obstante, la neovascularización del iris puede tener otras causas, como la existencia de un tumor ocular, la obstrucción de la arteria carótida a causa de una arterioesclerosis o determinadas patologías oculares que cursan con inflamación intraocular.

TRATAMIENTO

El tratamiento del glaucoma neovascular depende fundamentalmente de la fase de desarrollo en que se encuentra en el momento del diagnóstico.

En cualquiera de los tres casos habrá dos objetivos: controlar la PIO y mejorar el aporte de oxígeno a la retina evitando la formación de nuevos vasos (neovascularización). En su fase inicial (rubeosis iridis), el tratamiento más utilizado es el de la fotocoagulación panretiniana, que en la mayoría de los casos permitirá evitar su evolución a glaucoma secundario. 

Sin embargo, en el caso de que el diagnóstico se produzca cuando ya se ha instaurado el glaucoma de ángulo abierto o cerrado, el tratamiento deberá ajustarse a esta situación, controlando la PIO, aunque puede ser necesario recurrir a la cirugía filtrante (trabeculectomía) o, en los casos más graves, la implantación de una válvula de drenaje para facilitar la circulación del humor acuoso.

Se pueden utilizar medicamentos antiangiogénicos para favorecer la regresión de la neovascularización, pero generalmente no evitan la fotocoagulación con láser y la intervención quirúrgica.

retinopatía-diabética
cirugia

 CIRUGÍA

La técnica de fotocoagulación panretiniana se realiza mediante la aplicación de un láser en la retina periférica (respetando siempre el polo posterior) con el fin de evitar la formación de nuevos vasos y eliminar los que ya se han formado.

RESULTADOS DE LA OPERACIÓN

Como en cualquier otro tipo de glaucoma, el diagnóstico precoz es un factor importante a la hora de establecer el pronóstico y aumentar las posibilidades de éxito del tratamiento.

La técnica de fotocoagulación panretiniana tiene un elevado porcentaje de éxito, permitiendo controlar el proceso de neovascularización y, por tanto la evolución del glaucoma neovascular.