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Cómo afecta el astigmatismo a la vida diaria

El astigmatismo es el tercer problema visual más común entre los españoles, después de la miopía y la presbicia. Se estima que un 25% de la población de nuestro país lo padece. En general, se trata de un defecto de refracción que se produce cuando existe una alteración en la curvatura anterior de la córnea. Esto hace que los objetos se enfoquen en más de un punto de la retina, lo que puede afectar a la visión de cerca o de lejos.

¿Cómo afecta el astigmatismo a la vida diaria de quien lo padece? Depende de tres factores principales: la edad, la agudeza visual y si sufre o no otros defectos de refracción. Lo que está claro es que esta patología está asociada a una visión borrosa y distorsionada de los objetos, ya sea de lejos o de cerca. 

No obstante, se trata de un error de refracción común, y se puede hacer vida normal. Eso sí, según el grado y el tipo de astigmatismo que padezca el paciente, cuando no se corrige puede provocar fatiga visual, dolores de cabeza, mala visión nocturna y dificultad a la hora de enfocar cuando se mira a un punto fijo o se está expuesto a pantallas. Aún así, en algunos casos determinados, pueden existir astigmatismos leves que no producen síntomas.

 

Opciones de tratamiento para corregir el astigmatismo

Existen varias opciones de tratamiento para corregir el astigmatismo. Por un lado, tenemos técnicas más conservadoras como son el uso de gafas o lentes de contacto y, por otro, diferentes técnicas quirúrgicas, tanto con láser como con lentes intraoculares sustitutivas o aditivas. De todas ellas, las técnicas láser suponen el tratamiento más duradero porque modifican y adaptan la forma de la córnea para que el paciente recupere una visión normal. Es decir, con este tipo de intervención se restablece la capacidad visual del ojo, de modo que los rayos de luz vuelven a incidir con precisión sobre la retina, proporcionando una visión mejorada.

Otra de las alternativas quirúrgicas son las lentes intraoculares. Por un lado, tenemos las lentes intraoculares aditivas, que se implantan delante del cristalino sano, y pueden corregir todo tipo de graduaciones (miopía, hipermetropía y/o astigmatismo). En aquellos casos donde el cristalino sea disfuncional o presente catarata, podemos optar por sustituirlo por una lente intraocular. En estos casos, si las condiciones del ojo lo permiten, podríamos implantar una lente intraocular trifocal tórica con tres focos: uno para lejos, otro para distancia intermedia, y otro para cerca, corrigiendo la graduación del paciente incluida la presbicia y el astigmatismo. Se trata de una técnica cada vez más habitual, ya que permite corregir varios defectos de refracción en una sola operación. No obstante, en estos casos es fundamental realizar una buena exploración oftalmológica para poder individualizar la indicación en cada caso.

 

 Lentes intraoculares personalizadas

En la actualidad, gracias a los grandes avances en investigación clínica y básica aplicada, se están empezando a desarrollar diferentes estudios con lentes de diseños ópticos avanzados. Su objetivo es corregir la visión en todas las distancias, mejorando la calidad óptica y visual de los pacientes, adaptándose a las necesidades personales de cada uno.