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Omatofobia y optofobia: qué son estas fobias visuales y en qué se diferencian

Actualizado el 27/05/2022

¿Qué es la omatofobia?

Todos tenemos miedo a algo. De hecho, las fobias se han convertido en uno de los problemas de salud más extendidos en las sociedades occidentales. Sin embargo, no todas son igual de frecuentes. Mientras que el miedo a las serpientes y a las arañas está bastante extendido, hay otras fobias menos habituales entre las que están algunas relacionadas con los ojos, como la omatofobia.

Es el caso de la omatofobia o miedo a los ojos. Quienes la sufren sienten miedo al mirar imágenes en las que salen ojos. En algunos casos, es muy específica y el miedo se limita únicamente a un determinado color de ojos o también al estado en el que se encuentren: muy abiertos, con lesiones visibles, irritados…

La omatofobia también incluye miedo a tocarse los párpados o a tener algún abultamiento en estos como chalazión o un orzuelo, también a escuchar cualquier cosa que haga referencia a los ojos, por ejemplo, el iris, la pupila, la córnea, o incluso alguna enfermedad como las cataratas.

En definitiva, estos términos hacen que cualquiera que sufra omatofobia se estremezca con intensidad, siendo una sensación similar al que ve un corte de piel o sangre.

¿Cómo se trata la omatofobia?

Por ser una fobia poco común, no existe una receta universal para tratar la omatofobia. Si es tu caso, debes ponerte en manos de un profesional, por lo general con varias terapias se puede mejorar este tipo de trastornos, incluso puede curarse completamente, aunque tienes que tener en cuenta que el tratamiento lleva tiempo.

¿Qué es la optofobia?

Esta no es la única fobia peculiar relacionada con los órganos de la vista. Existe también la optofobia o miedo a abrir los ojos. Quienes la padecen sufren miedo al abrir los ojos en determinadas situaciones. La más común es, por ejemplo, al ver una película de terror, pero hay casos más complicados, como el de aquellas personas que tienen fobia al abrir los ojos cuando se despiertan.

La optofobia varía de persona a persona, algunos por ejemplo sudan o les falta el aire, se sienten incómodos e incluso pueden desmayarse al entrar en un ataque de ansiedad. En general los que sufren esta fobia pueden sentir mucho miedo, náuseas, aceleración cardiaca y pánico.

¿Cómo se trata la optofobia?

Al igual que la omatofobia, la optofobia puede ser tratada y curada por un especialista, por lo general el tratamiento a seguir es la terapia de conducta, aunque en ocasiones esta es combinada con fármacos para disminuir los síntomas físicos y poder poco a poco restablecer la calma y la vida normal.

Los entrenamientos en técnicas de manejo de ansiedad por lo general también suelen ser muy efectivos.

Otras fobias visuales

Además de la omatofobia y la optofobia, existen otras fobias visuales que aunque son poco comunes afectan a una parte de la población. Estas son algunas de ellas:

Miedo a que te miren fijamente: escopofobia

Si te da miedo que te miren fijamente probablemente sufres escopofobia. Aunque muchas veces esta es confundida con timidez o miedo, el malestar que genera es mucho mayor, pues impide socializar y llevar una vida normal. Es un miedo persistente que puede generar taquicardia, dificultad para concentrarse, temor excesivo a la crítica, escalofríos y sudoraciones.

Miedo a las puntas: aicmofobia

Existe una fobia relacionada con el miedo desproporcionado de cosas afiladas o con puntas. Como cuchillos, tijeras, lápices, agujas o cualquier cosa que pueda representar peligro de pinchazo o corte. Se trata del miedo a las puntas o aicmofobia.

Aquí el solo hecho de imaginarse cualquiera de estos objetos puede ocasionar alteraciones negativas en el comportamiento de quien la padece.

Al igual que las fobias anteriores, algunas de las manifestaciones de esta son falta de aire, ansiedad y pánico. El tratamiento también debe indicarlo un especialista.

Miedo a los agujeros: tripofobia

El miedo a los agujeros o tripofobia tiene que ver con la ansiedad o asco que genera ver orificios pequeños aglomerados, bultos, círculos o rectángulos.

Casi siempre cuando se habla de esta fobia se relaciona con elementos que se encuentran con la naturaleza como panales de abejas, los corales o las semillas de flor de loto, son algunos ejemplos.

Los que experimentan esta fobia aseguran que les es muy molesto y desagradable observar imágenes así, porque además esta queda fija en su cabeza por varios días, lo que causa taquicardia, dificultad para concentrarse y sudoración, entre otras.

¿Cómo afecta el miedo a nuestros ojos?

¿Nunca te has preguntado por qué cuando nos asustamos abrimos mucho los ojos? Es una reacción bastante habitual que se debe a la necesidad de ver mejor. Investigadores de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, concluyeron que nuestros ojos se abren más de lo normal cuando tenemos miedo para que nuestro campo visual se amplíe y nuestra sensibilidad ocular se agudice, con el objetivo de identificar la amenaza que nos rodea. En estos casos se produce una dilatación de pupilas producida por catecolaminas que se segrega en la reacción de miedo.

Según los investigadores, esta reacción surge de la necesidad de adaptarnos a los estímulos de nuestro entorno. Es decir, son las emociones las que desencadenan este tipo de reacciones oculares para aprovecharse de la luz dependiendo de cada situación. De manera, que las emociones aparecen antes de que el cerebro procese la amenaza.