
¿Sabes qué es una tomografía corneal? La córnea, la capa más externa del ojo, es completamente transparente y eso dificulta la detección de alteraciones o irregularidades a simple vista. Para ello se recurre a la tomografía corneal, una prueba diagnóstica no invasiva que aporta información sobre la estructura tridimensional de la córnea, valorando la cara anterior y la posterior, así como la relación entre ambas. Es decir, se emplea para observar las características de esta primera lente transparente del ojo y el relieve de su superficie para analizar si existen o no irregularidades.
Existe una gran variedad de topógrafos corneales, pero a modo general el resultado de la prueba es una especie de mapa tridimensional de la córnea con una representación de su superficie que permite conocer su espesor, relieve, curvatura, elevación y potencia. El procedimiento es indoloro, breve y no implica un contacto directo con el ojo.
¿Para qué se utiliza la tomografía corneal?
La tomografía corneal se emplea para:
- Evaluar si un paciente puede ser o no apto para una cirugía refractiva láser, para corregir los defectos de miopía, hipermetropía y/o astigmatismo. En este caso, se recurre también a otras pruebas complementarias como la paquimetría (mide el grosor de la córnea).
- Evaluar si un paciente es apto o no para una intervención para implantar una lente intraocular fáquica o pseudofáquica, tratamiento habitual en los casos de cataratas, cataratas refractivas o para la corrección de la presbicia.
- Diagnosticar enfermedades como el queratocono o los astigmatismos irregulares. En la actualidad, los avances tecnológicos en los topógrafos corneales ha facilitado un diagnóstico precoz de estas patologías.
Asimismo, esta prueba también se emplea para el seguimiento de los resultados de una intervención quirúrgica en la córnea o para que el óptico-optometrista puede adaptar con más facilidad algunos tipos de lentes de contacto.