Obstrucción mecánica de las vías lagrimales - Instituto Oftalmológico Fernández Vega
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Obstrucción mecánica de las vías lagrimales

La epífora, conocida como lagrimeo, se produce por muchos motivos. Uno de los más frecuentes es la obstrucción de las vías lagrimales.

Las lágrimas se forman, principalmente, en la glándula lagrimal, situada en la zona superior externa dentro de la cavidad orbitaria, y, una vez realizada su función de protección, hidratación y lubricación del globo ocular, se eliminan hacia la fosa nasal a través de las llamadas vías lagrimales.

Estas empiezan en el punto lagrimal. Existe uno inferior y otro superior en el ángulo interno de cada párpado y continúa con los canalículos superior e inferior, que son una especie de pequeñas tuberías que canalizan la lágrima hacia el saco lagrimal. En muchas ocasiones, estos dos canalículos confluyen en otro común antes de desembocar en el saco lagrimal, receptáculo que desempeña un papel muy importante en el correcto funcionamiento de la eliminación de la lágrima.

Más información en nuestro blog:

La obstrucción de las vías lagrimales en bebés: preguntas frecuentes

Durante el parpadeo, el tendón del músculo orbicular exprime el saco lagrimal, ya que su inserción en la pared ósea de la órbita es mediante un doble tendón que rodea por delante y por detrás el saco y, al exprimirlo, actúa como una bomba de succión que aspira la lágrima que se va acumulando en la superficie ocular y la lleva hacia la fosa nasal a través del conducto lácrimo-nasal, que desemboca en el meato inferior.

Cualquier alteración en una de las partes de esta vía se traduce en una mala eliminación de la lágrima y, consecuentemente, en un lagrimeo que puede ser constante o intermitente.

CAUSAS Y SÍNTOMAS

La obstrucción de las vías lagrimales puede ser de origen congénito, desde el nacimiento, o producirse en la edad adulta. Cuando la obstrucción es congénita, su localización más frecuente es a nivel inferior, donde desemboca el conducto lácrimo-nasal en la nariz (meato inferior). Esto ocurre aproximadamente en el 6% de los nacidos a término y en un 11% de los prematuros. Esta obstrucción produce en el bebé un lagrimeo constante que, en muchas ocasiones, va acompañado de abundantes secreciones mucopurulentas. Ocasionalmente pueden producirse dacriocistitis agudas (infección del saco lagrimal), que deben tratarse con antibióticos y antiinflamatorios, ya sea en colirio o por vía oral.

 

Más del 90% de los casos se resuelven de forma espontánea antes del primer año de vida. Durante este periodo, el tratamiento consiste en realizar masajes en la zona del saco lagrimal, una buena higiene de ese área y, cuando hay infección, aplicar el oportuno tratamiento antibiótico. Si a los 11 ó 12 meses de edad persiste el lagrimeo con secreción constante, hay que practicar un sondaje de la vía lagrimal. Si éste fracasa, realizaremos una intubación bicanalicular con tubos de Crawford, que consiste en pasar unos pequeños tubos de silicona a través de toda la vía lagrimal y dejarlos durante unos cuantos meses antes de su retirada en la consulta.

Si, aun así, continúa la sintomatología, la siguiente actuación sería la realización de una dacriocistorrinotomía (DCR) transcanalicular asistida por láser diodo e intubación bicanalicular, aunque no es recomendable hacerla antes de los 2 ó 3 años de edad.

 

La obstrucción de la vía lagrimal en los adultos puede ser debida a múltiples causas: conjuntivitis crónicas, traumatismos, etc., y puede estar localizada en cualquier parte de la vía lagrimal, desde el punto lagrimal hasta la desembocadura en la fosa nasal, e incluso puede ser debida a alteraciones de ésta, como un tabique desviado, un cornete hipertrófico, pólipos, rinitis o rinosinusitis crónicas, etc. El fracaso del sistema de drenajes lagrimal deriva en epífora e infecciones de repetición de esta estructura, pudiendo poner en peligro la integridad orbitaria y del globo ocular.

TRATAMIENTO

Existen varias formas de abordar quirúrgicamente una obstrucción de las vías lagrimales, dependiendo siempre del cuadro clínico, de la localización y de las circunstancias especiales de cada paciente. Cada caso es distinto y lo que le fue bien a una persona no tiene que irle bien a otra necesariamente. Es muy frecuente en la consulta oír a los pacientes decir “pues a mi vecina…” o “a mi pariente…”. Hay que tener muy presente que cada caso es distinto y necesita distintas formas de abordarlo.

 

Una obstrucción que solo afecta al punto lagrimal se puede resolver con una pequeña intervención, con anestesia local (puntoplastia) que se realiza de forma ambulatoria en unos pocos minutos. Sin embargo, una obstrucción con fibrosis de los canalículos precisa la reconstrucción de toda la vía lagrimal y la colocación de una prótesis permanente que haga las veces de vía lagrimal artificial.

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DACRIOCISTORRINOSTOMÍA (DCR) ASISTIDA CON LÁSER DE DIODO.

Se trata de una técnica rápida, con poco trauma en los tejidos, sangrado mínimo, que permite una buena visualización de las estructuras nasales y no deja cicatrices externas aunque, en ocasiones, no se puede, o no se debe, aplicar esta técnica, en cuyo caso se lleva a cabo una DCR externa con muy buenos resultados funcionales, totalmente comparables a los de la técnica con láser.

La cirugía, que se realiza con anestesia local y sedación, consiste en introducir por el punto lagrimal y canalículo, hasta el saco lagrimal, la fibra óptica del láser diodo y realizar una nueva comunicación entre el saco lagrimal y la fosa nasal, a nivel del meato medio, todo ello bajo control endoscópico con una micro cámara que se introduce por la fosa nasal.</p

Una vez realizada esta nueva comunicación, se introduce un tubo de silicona por el punto lagrimal superior e inferior y se pasa hasta la nariz, manteniéndolo allí entre 3 y 6 meses, al cabo de los cuales se retira en una consulta rutinaria. El objetivo de la intubación es evitar el cierre secundario de la nueva comunicación. Cuando pasan unos meses, se supone que el proceso de cicatrización ha finalizado y ya se pueden retirar.

La cirugía dura aproximadamente 30 minutos y al día siguiente el paciente puede hacer una vida prácticamente normal.

El porcentaje de éxito de esta técnica es superior al 80% y es similar al de otras técnicas como la DCR externa clásica.