Glaucoma congénito: causas, tratamiento y síntomas
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Glaucoma congénito: causas, tratamiento y síntomas

El glaucoma congénito se debe a un desarrollo inadecuado de las estructuras que conforman el sistema de drenaje del humor acuoso y que, en condiciones de normalidad, permite su salida por la malla tabecular, lo que causa un aumento importante de la presión intraocular (PIO).

Causas del glaucoma congénito

No es una enfermedad frecuente y se suele manifestar en cualquier momento de los primeros tres años de vida del niño, afectando en un gran porcentaje a los dos ojos, aunque no con el mismo grado de intensidad. Sin embargo, no todos los casos de glaucoma congénito son iguales, sino que se clasifican en dos tipos:

Glaucoma congénito primario

Es el más frecuente y, si no recibe el tratamiento adecuado o el niño no responde al tratamiento, puede causar la pérdida total de visión del ojo afectado.

Glaucoma congénito secundario

Son aquellos casos de glaucoma que se asocian a malformaciones oculares igualmente congénitas o hereditarias, como la aniridia, el síndrome de Axenfel o la anomalía de Peters. También se asocia a malformaciones de otros órganos, a traumatismos, cataratas congénitas o infecciones sufridas por la madre durante el embarazo, entre otras posibles causas.

Síntomas del glaucoma congénito

En el caso del glaucoma congénito primario los síntomas son muy característicos, ya que la córnea pierde su transparencia y el ojo adquiere un gran tamaño pareciendo desorbitado. A ello se lo conoce con el nombre de hidroftalmía o buftalmía, pudiendo adquirir la córnea una coloración violácea.

Si el glaucoma es secundario, los síntomas que manifiesta el paciente son diferentes al primario, destacando un exceso de lagrimeo, la córnea se vuelve opaca o que cierra los ojos cuando se ve sometido a luz intensa (fotofobia).

No obstante, tales síntomas pueden ser comunes a otras patologías, por lo que será necesario realizar una exploración del ojo en profundidad para poder confirmar el diagnóstico.

Tratamiento para el glaucoma congénito

Dependiendo del tipo de glaucoma, éste podrá ser más o menos agresivo. Pero la cirugía es siempre la única opción posible, aunque en algunos casos se instaure un tratamiento farmacológico previo para reducir y, si es posible, controlar la PIO. Se advierte que si el diagnóstico se produce en el momento del nacimiento, que es la situación de mayor gravedad, la intervención quirúrgica debe ser inmediata.

La cirugía se lleva a cabo en un solo ojo y posteriormente en el otro, si están afectados por la enfermedad. Asimismo, la elección de la técnica quirúrgica dependerá del grado de opacidad de la córnea y de si el ángulo que forma ésta con el iris está o no alterado.

Si la córnea es aún transparente se podrá realizar una gonotiomía y, en caso contrario, la técnica elegida será la trabeculectomía.

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Glaucoma congénito: cirugía

La goniotomía se utiliza cuando la córnea es transparente y la causa del glaucoma es la obstrucción de los conductos de drenaje del humor acuoso por la presencia de tejido embrionario, que se retira tras practicar una pequeña incisión en la parte lateral de la córnea para acceder a la cámara anterior.

La trabeculectomía es la técnica de elección cuando la córnea se ha vuelto opaca, aunque también puede utilizarse cuando no es así. Con ella se abre una nueva vía de drenaje para que el humor acuoso pueda salir del interior de la cámara anterior. En este caso la incisión se practica en la esclerótica.

RESULTADOS DE LA OPERACIÓN

El tratamiento quirúrgico del glaucoma congénito tiene buenos resultados en el 60-80% de los casos, aunque siempre cabe la posibilidad de que haya que reintervenir para lograr reducir la PIO o implantar una válvula de drenaje, un pequeño tubo por el que humor acuoso pueda salir de la cámara posterior.

Por otra parte, hay que considerar que pueden darse serias complicaciones, como la formación de cataratas, desprendimiento de retina o alteraciones de la córnea, además de la inflamación ocular y eventuales infecciones. Asimismo, los niños suelen presentar con posterioridad alteraciones de la vista, como miopía, ambliopía o estrabismo. El 80% de ellos llegan a adultos con una aceptable capacidad visual.

Es importante señalar que, en los casos en que el tratamiento quirúrgico ha sido tardío o en aquellos en los que no se logra reducir y controlar la PIO, puede producirse la pérdida total de la visión del ojo.